Adolescentes con sobrepeso. ¿Cómo ayudarlos?
Los hábitos de vida saludables son la clave para la pérdida de peso en adolescentes. Puede mostrar a su hijo el camino con este plan práctico para conseguir el éxito. La obesidad adolescente es un peligro y a la larga un problema. Como cualquier reto de pérdida de peso, no hay varita mágica para poder conseguir el objetivo de una manera rápida y sin esfuerzo. Sin embargo, hay muchas cosas que usted puede hacer para ayudar a su hijo.
Mantenga una conversación íntima con ellos
Si su hijo tiene sobrepeso, él o ella están probablemente tan preocupados como usted. Aparte de los riesgos para la salud que esto conlleva, como hipertensión arterial, diabetes, las consecuencias sociales y emocionales del sobrepeso pueden ser devastadoras para un adolescente. También puede resultar frustrante tratar de perder peso y obtener malos resultados. Debe ofrecer apoyo y comprensión así como el deseo de ayudar a su hijo a manejar el problema.
Usted puede decir: “No puedo cambiar tu peso. Eso depende de ti. Pero puedo ayudarte a tomar las decisiones correctas”.
Imagen corporal poco realista
El peso y la imagen corporal pueden ser temas delicados, especialmente para los adolescentes. Debe advertir a su hijo que no hay un solo peso ideal y no hay cuerpo perfecto. El peso adecuado para una persona puede no ser el peso adecuado para otra. En lugar de hablar de “grasa” y “delgado/a”, céntrese en la práctica de comportamientos que promuevan un peso saludable y una imagen corporal satisfactoria. Su médico de familia puede ayudar a establecer metas realistas para el índice de masa corporal y el peso según la edad de su hijo, la altura y su salud en general.
Resista a las soluciones rápidas
No hay fórmulas mágicas para perder peso. No hay “dietas milagro”, y por ello, la mejor garantía para la salud de tus hijos es que hables con ellos y les hagas entender que ese tipo de dietas son desequilibradas y deficitarias en nutrientes esenciales, y esto puede ser la causa de cansancio, apatía, tristeza, mareos, escalofríos, posibilidad de caída de cabello e incluso anemia. Además, con toda probabilidad le ocurrirá lo mismo que a todo el mundo que sigue una “dieta milagro”: al abandonarla cogerá más kilos de los que había perdido, y esto hará que se sienta frustrado al ver que no ha conseguido su ansiado objetivo.
Promover la actividad
Los adolescentes necesitan alrededor de 60 minutos de actividad física al día, pero eso no significa necesariamente que sean 60 minutos continuados. La actividad física repartida a lo largo del día también puede ayudar a quemar calorías.
Los deportes de equipo a través de actividades extraescolares o comunitarias son maneras de conseguir estar activo. Si su hijo no es un atleta o es reacio a participar en ciertos deportes, anímelo a caminar, montar en bicicleta, ir patinado al colegio o dar un par de vueltas a la manzana antes de llegar a casa. Se les puede sugerir varias actividades como que salten a la cuerda, saquen al perro de paseo, tiren un par de canastas, ayuden en las tareas del hogar e incluso los juegos de videoconsola que requieran movimiento físico. Hay que intentar aunar dos objetivos, por un lado la actividad física programada y por otro reducir las actividades sedentarias.
Sugerir que desayunen
Es la primera comida que realizamos y la importancia de desayunar esta relacionada con el periodo de ayuno prolongado que hemos tenido durante la noche, en el que las reservas de glucógeno están agotadas y hay una serie de modificaciones de los sustratos energéticos. El desayuno reajusta nuestro perfil metabólico. Una ausencia de este tiempo de comida ha sido relacionada con un menor rendimiento académico y físico durante las horas de las actividades realizadas por la mañana y también con un incremento de peso.
Anime a comer tentempiés inteligentes
Puede ser difícil de tomar decisiones saludables cuando abundan las máquinas expendedoras y de comida rápida, pero es posible. Anime a su hijo a remplazar incluso una bolsa de patatas fritas o bollería industrial por una opción más saludable y más económica traida desde casa:
- Frutas variadas
- Bocadillos integrales rellenos con alimentos proteicos bajos en grasa (jamón serranos sin grasas visible, jamón de york, pechuga de pavo, queso fresco…)
- Tortitas de arroz y maíz
- Galletas María o integrales
- Barritas integrales
Ver el tamaño de las raciones
Cuando se trata de raciones, el tamaño importa. Anime a su hijo a reducir el tamaño, comer lentamente y dejar de comer cuando se sienta satisfecho. La indulgencia ocasional está bien, pero aun así hay que intentar compartir una comida, pedir una porción más pequeña o saltarse el postre.
Cuente las calorías líquidas
Las calorías en refrescos, cafés o descafeinados, zumos de fruta, bebidas deportivas y especiales suman rápidamente. Beber agua en lugar de refrescos y otras bebidas azucaradas podría ahorrar cientos de calorías al día, o incluso más. En ocasiones puntuales, se pueden tomar refrescos light.
Que sea un asunto de familia
El éxito reside en que toda la familia adopte hábitos más saludables, después de todo, comer alimentos saludables y hacer más ejercicio es bueno para todo el mundo y la investigación sugiere que la participación de la familia tiene un efecto significativo sobre el control de peso en la infancia.
Por ejemplo:
- Abastecerse de frutas, verduras y cereales integrales. Mantenga estos alimentos a la vista, y asegúrese de dar un buen ejemplo consigo mismo.
- Deja la comida basura en el supermercado. Los alimentos saludables a veces cuestan más, pero es una inversión importante.
- Mantenga la comida en la cocina. Comer en la encimera de la cocina o en la mesa, no en el sofá mientras ve la televisión o jugando a videojuegos. Limite el tiempo de pantalla.
- Realice deporte en familia, los fines de semana puede ser una buena opción irse al parque con la bicicleta o realizar alguna excursión al campo.
- No se centre en la comida. Haga de la actividad física un tema de conversación familiar, en lugar de qué o donde vamos a comer.
Mantenga una actitud positiva
El exceso de peso no significa inevitablemente que su hijo tenga problemas de autoestima. Sin embargo, su aceptación es fundamental. Escuche las preocupaciones de su hijo. Opina sobre sus esfuerzos, habilidades y logros. Deje claro que su amor es incondicional.
Si su hijo tiene una autoestima baja o no es capaz de hacer frente a su peso de una manera saludable, considere un grupo de apoyo, programa de control de peso o asesoramiento profesional. Puede darle a su hijo las herramientas para contrarrestar la presión social, cultivar más la autoestima positiva, y tomar el control de su peso. Los beneficios durarán toda la vida.
Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.