En la infancia se consolidan los hábitos saludables que durarán toda la vida. Hacía el final del primer año y durante el segundo año de vida, el crecimiento del niño disminuye, pasa de un crecimiento acelerado con unas necesidades energéticas altas a un crecimiento más estable asociado a una disminución fisiológica del apetito. Por otro lado disminuye su panículo adiposo (ya no es el niño regordete) y da la impresión de adelgazamiento. Estos dos puntos provocan que la madre se preocupe en exceso porque el niño no come y a partir de ahí puede empezar el eterno problema con la comida y las frecuentes visitas al pediatra. ¡Mi hijo no come nada!

La reacción habitual de los padres es forzar a comer y adoptar conductas nada saludables: comer a la carta, premios, castigos, amenazas, convertir la comida en un drama…que conllevan la adquisición de malos hábitos alimentarios que no le traerán más que problemas. En ocasiones el niño presenta una “falsa apetencia”, es decir, no acepta determinados alimentos, pero en cambio come a deshoras, se excede con lácteos, zumos y golosinas, no aceptando el resto de alimentos.

Recomendaciones generales

  • Mantener las cinco tomas diarias. Tres principales y dos tentempiés
  • No permitirles comer a deshoras. Las bebidas refrescantes, batidos y leche, pueden llenar al niño, de la misma manera que las patatas fritas, galletas, pastas, etc. y tendrá menos apetito para comer a las horas habituales. Es mejor evitar darle estos alimentos cerca de las horas de comer o cenar
  • La dieta cuanto más variada, más equilibrada. Antes de concluir que un alimento no le gusta al niño es conveniente preparárselo de diferentes maneras. Hay que probar un alimento entre 8/10 veces para poder observar un aumento de su aceptación. No cometa el error de no darle a su hijo los alimentos que a usted no le gustan
  • Es muy importante entre 1-3 años aprender a masticar correctamente, ya se pueden dar alimentos blandos, que el niño o niña ya pueda coger con los dedos, como el arroz, trocitos de carne, plátano maduro, gajos de naranja, pan, galletas, jamón cocido, etc. Evitar alimentos con riesgo de atragantamiento (frutos secos, trozos de manzana, aceitunas…) hasta los 3 años. Debemos ir introduciendo pequeñas cantidades de comida, con paciencia y tiempo, incluyendo de forma progresiva alimentos con texturas diferentes. Es muy importante en esta etapa hacer la transición de alimentos triturados a sólidos correctamente. Es habitual ver niños de 7, 10 y hasta 12 años comiendo triturados o potitos
  • Evitar la TV y compaginar la comida con otras actividades de juego
  • Crear un ambiente agradable en las comidas, no es el momento de recriminar actitudes del día
  • El niño ha de comer junto a otros miembros de la familia y todos deben comer lo mismo. Es bueno que coma con otros niños (guardería, colegio, etc.) Así se consigue que la comida sea un acto de relación social
  • No preocuparse en limpiar o evitar que se ensucie. Tocar, jugar con la comida, dejar que experimenten con sabores y texturas es una necesidad para los niños y constituye la mejor manera de aprender. Podemos ponerle un babero de cuerpo entero y dejarles que coman solos. A partir de los 18 meses ya tienen capacidad para coger la cuchara (utilice cubiertos y vajillas adaptados a sus capacidades manipulativas y que sean seguros)
  • No hay que tener prisa en que el niño se termine su ración, sin embargo, las comidas no deben eternizarse, media hora sería una duración correcta. Pasado ese tiempo retirar el plato tanto si lo ha comido como si no. No ofrecer alimentos alternativos
  • Si no ha comido no insistir o castigar, es mejor una actitud más neutra. Sin embargo si conviene reforzar conductas positivas, elogiarle cuando coma bien pero sin premios o recompensas. Alabar lo bien que ha comido y el tipo de comida, pero no la cantidad
  • Cuando el niño pasa una temporada en la que se muestra caprichoso con la comida o rechaza los alimentos, es mejor no ofrecerle alimentos nuevos. Deje que intente comer solo, proporcionándole trozos pequeños que pueda coger
  • La leche es una bebida nutritiva. El niño debe tomar ½ litro al día. Pero la leche no debe sustituir las comidas. Debe vigilar que su hijo no tome demasiada leche durante el día o la noche
  • Recordar que los niños imitan todo lo que ven, por lo que los padres y la familia tienen una gran responsabilidad respecto a sus comportamientos. Es importante elogiar cualquier cosa que hagan bien. Procure pedir las cosas con un tono de voz amable, utilizando “por favor” y “gracias”. Trate a su hijo con el respeto con el que le gusta que le traten a usted
  • A partir de los dos años, pueden empezar a “ayudar” en la compra y se le puede involucrar en la preparación de comidas (lavando las verduras, mezclar una macedonia de frutas, exprimiendo una naranja…).

Recomendaciones específicas:

  • Leche y/o derivados: se debe consumir de 3 a 4 raciones diarias (500-700cc). Una ración equivale a 125/150 ml de leche o un yogur o una loncha y media de queso o media porción de quesito individual. 1/2 quesito = 1 yogur = 1/2 vaso grande de leche
  • Carnes: elegir las magras y eliminar las grasas. Variar los distintos tipos de carnes: ternera, pavo, pollo, conejo, cordero, cerdo. Eliminar la piel de las aves y la grasa visible. Se recomienda consumir 3/4 veces a la semana (raciones de 40-60 g; las raciones se irán aumentando en unos 10 gramos por año)
    • 1er año: 40 g
    • 2º año: 50 g
    • 3º año: 60 g
  • Pescado: cuatro veces a la semana. Consumir diferentes tipos de pescado (blanco y azul) y prepararlo al horno, hervido, a la plancha. (Raciones de 50-70 g; las raciones se irán aumentando en unos 10 g por año)
    • 1º año: 50 g
    • 2º año: 60 g
    • 3º año: 70 g

La comida del mediodía y la cena incluirá una ración de carne o pescado. En la cena se introducirá, preferiblemente, una ración de pescado, algún día queso, dos/tres días a la semana huevo y un día a la semana pavo o jamón serrano bajo en sal o jamón cocido bajo en fosfatos y sal.

  • Frutas, verduras y hortalizas. Frutas: consumo diario de 2-3 piezas pequeñas (150-200 g. al día). Verduras/hortalizas: consumo diario de 2 raciones (150 g, aproximadamente, al día). Una ración cruda (zanahoria rallada, daditos de tomate, lechuga aliñada con limón y aceite) y como verdura cocida al vapor o en agua condimentada con aceite, solas como judías tiernas, calabacines, zanahorias, coliflor, etc., o salteadas con patata hervida, troceada o en forma de purés
  • Hidratos de carbono de absorción lenta: Las raciones serán de 100 g. de patata cocida (1 patata pequeña), ó 50 g (crudo) de pasta/arroz (1 cazo de servir, cocido)
  • Legumbres: consumir de 2 a 3 veces por semana. La ración será de 30/40 g. (crudo) de plato principal (cocido, aproximadamente un cazo) o 20 g de guarnición
  • Huevos: 2-3 a la semana. La ración adecuada es la de un huevo pequeño, mejor en tortilla o huevo cocido
  • La mejor grasa es el aceite de oliva
  • Las comidas se acompañarán de pan blanco o integral (de panadería) 20 g por ración (60 g. diarios)
  • Consumo moderado de sal, azúcar y miel. La sal, mejor si es yodada
  • El agua debe ser la bebida habitual del niño. El agua es más sana que cualquier refresco o bebida carbonatada.

Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.

Imagen: emaze.com