La infancia es uno de los colectivos más sensibles a los efectos negativos del frío, ya que su sistema inmune es inmaduro o está debilitado. Seguro que a estas alturas ya estáis hartos de mocos, toses, otitis, bronquitis… ¡parece el cuento de nunca acabar!

Una dieta inadecuada afecta a la inmunidad del niño, tanto por defecto como por exceso. Con una dieta equilibrada se puede contribuir al fortalecimiento del sistema inmune. En los lactantes la mejor manera de fortalecer las defensas es mediante la leche materna, ya que su composición, de una gran complejidad, aporta todos los elementos que el niño necesita para conseguir un crecimiento adecuado y previene enfermedades, no sólo mientras está siendo amamantado, sino muchos años después de haberse producido el destete.

En el resto de los niños los dulces, zumos, batidos, bollos, chucherías y snaks sobran en su alimentación diaria y debemos promocionar una alimentación rica en frutas, verduras, legumbres, cereales, pescado o carne. Lo más parecido a nuestra dieta Mediterránea.

Estos son algunos de los alimentos, que os pueden ayudar a fortalecer vuestras defensas y las de los más pequeños:

  • Zinc: Su carencia es relativamente frecuente en niños, mujeres embarazadas, madres lactantes, ancianos y personas vegetarianas o que realizan dietas bajas en calorías. El zinc es un mineral que cumple un papel fundamental en nuestro sistema inmunológico, es decir, aquel que fortalece nuestras defensas y nos protege de infecciones. Fuentes alimentarias: Carnes, pescados, mariscos y huevos, son las fuentes más importantes seguidos de los cereales integrales y de las legumbres.
  • Selenio: El déficit de selenio afecta a la inmunidad, estando disminuida, entre otros, la actividad bactericida, la respuesta de los anticuerpos frente a ciertos tóxicos y el desarrollo de linfocitos. Fuentes alimentarias: Carnes, pescados, mariscos, cereales, huevos, frutas y verduras.
  • Vitamina A (o betacaroteno): Mejora y aumenta la defensa inmunitaria de la piel y de las mucosas en general. Esta vitamina se obtiene de los alimentos ricos en betacaroteno como las zanahorias, espárragos, calabaza, borraja, entre otros. Otras fuentes de vitamina A son los lácteos en general, el huevo (la yema) y el hígado.
  • Vitamina E: Es una vitamina conocida por sus propiedades antioxidantes, que aumenta la respuesta inmunológica frente a las infecciones que puedan aparecer. Existen estudios que demuestran que la administración de vitamina E aumentan su respuesta inmunológica. Las fuentes de vitamina E son los aceites en general, de oliva, girasol, soja, frutos secos, germen de trigo y cereales enteros integrales
  • Cítricos: tiene propiedades antioxidantes y facilita la cicatrización de las heridas. Aumenta la formación de interferón (sustancia celular que impide a una amplia gama de virus provocar infecciones). También es necesaria para formar colágeno, un componente esencial de las membranas de las células, por lo que la vitamina C contribuye al mantenimiento de las barreras naturales contra las infecciones. Fuentes alimentarias: Kiwi, mango, piña, caqui, cítricos, melón, fresas, pimientos, tomate, verduras de la familia de la col, frutas y hortalizas en general.
  • Incluir proteínas en la dieta: El aporte diario de proteínas (carne, pescado, huevos, queso, legumbres + cereales) y aminoácidos de origen animal o vegetal es fundamental, ya que buena parte de las defensas que tenemos, están formadas por proteínas.
  • Miel: la miel ayuda a descongestionar bronquios y pulmones, suaviza la garganta, es antiinflamatoria, desinfectante y bactericida, así que cuando tengáis que endulzar algo usarla y evitar el azúcar. La Jalea real y el propóleo son suplementos que también son de gran ayuda.
  • Ajo: el ajo es un antibiótico natural. Incrementa las defensas del organismo, mejorando nuestra respuesta a virus y bacterias. Es antimucolítico y expectorante.
  • Cebolla: la cebolla es muy rica en vitamina C y un antioxidante natural. Posee cualidades antimucolíticas y expectorantes. Cocida suele tomarse para aliviar afecciones respiratorias como congestión en los bronquios y cruda para aliviar la tos, ayuda a expectorar la mucosidad.
  • Yogur: los probióticos aumentan las defensas, estimulan la inmunidad y equilibran la flora intestinal. Consumir regularmente productos lácteos fermentados -como yogur o kéfir- contribuye, asimismo, a aumentar las defensas inmunológicas. Su función se centra en el intestino humano y ayudan a potenciar las defensas siendo grandes aliados frente a la prevención de gripes y catarros.
  • Líquidos: el agua siempre es una fuente de salud. Una ingesta adecuada, casi dos litros diarios, ayuda a disolver la mucosidad y mantiene hidratada la mucosa respiratoria protegiéndola frente a las infecciones.

Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.