Bla, bla, bla…palabras más, palabras menos…los sentidos son los que nos hablarán, nuestro instinto de supervivencia, nuestra sensibilidad, y tomarnos con algo de seriedad la cata nos harán llegar a entender un vino…no hay más.

Se ha celebrado otro año más FENAVIN, la que podríamos catalogar como la mayor feria de vinos en España y sobre todo la feria más orientada a la exportación. Compradores orientales, americanos y de todas las partes del mundo podían encontrarse allí.

Como cada año, asistí con la intención de saludar colegas, catar buenos vinos y buscar alguna joyita que traerme y con la que poder hacer algunas cosas después. La verdad es que como siempre, me vengo contento ¡Muy recomendable esta feria!

Sin embargo hubo algo que hizo plantearme lo que muchas veces hago yo, hablar. Cuando doy una cata me dedico, como es normal a hablar del vino, a tratar de desgranar lo que él me va diciendo y tratar de ayudar a que los demás encuentren lo que sólos no son capaces. Me considero una persona honesta y nunca digo cosas que realmente no siento o encuentro en un vino, por ahí estoy tranquilo. Sin embargo en esta feria asistí a una cata impartida por uno de los grandes, a quien en esta ocasión no mencionaré. Francamente no me gustó lo que decía, y he aquí el motivo de este post.

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