Bocadillos sólo para los más ricos
En la playa, en el campo, en el trabajo o en un bar, los bocadillos son una de las comidas por las que más opta la gente en diferentes situaciones debido a su variedad y a su precio asequible para todos los bolsillos, aunque los más ricos y exquisitos también tienen bocadillos cuyo precio está al alcance de muy pocos. El sándwich más caro del mundo ronda nada más y nada menos que los 150 euros, ha sido inventado por Scott McDonald y de momento solo está a la venta en los almacenes Selfridges de Londres. Este manjar está compuesto por una pieza braseada de ternera wagyu, acompañada de foie gras de langosta, queso Brie de Meaux, recula, tomates de pera y aderezado con mayonesa de trufa negra, confitura de pimienta roja y mostaza de Dijon, todo ello emparedado entre dos rebanadas de pan amargo de 24 horas de fermentación ligeramente tostado.
Le sigue de cerca el Platinum Club Sandwich, se puede disfrutar de él en París y su coste es de unos 140 euros. Está compuesto de tres rebanadas de pan de masa agria fermentada, huevos duros de codorniz, diez gramos de trufa blanca, tomates italianos semi-secados al sol, jamón de jabugo, pollo francés asado, carne de buey de Kobe desecada, escarola, achicoria, berros y una excelente mayonesa casera. A un precio algo más bajo pero que sigue resultando bastante elevado para un bocadillo hay muchas más opciones. El chef Martin Blunos, poseedor de varias estrellas Michelín, ha creado el bocadillo de queso más exclusivo del mundo cuyo valor es de unos 100 euros. Su base es el queso Cheddar y las trufas blancas.
También en Francia se pueden encontrar sandwiches por 50 euros de pollo, cerdo y res, todo esto acompañado de una pequeña ensalada y tres rebanadas de pan tostado. Ginebra, en Suiza, es otra de las ciudades con los bocadillos más caros, seguida de Oslo, Brasilia y Berlín. Todos estos son lujos al alcance de muy pocos aunque teniendo en cuenta que en casa con un poco de pan, un buen jamón y un delicioso queso se puede degustar un rico sandwich, mejor dejar estos para la gente más chic y no perder los pequeños placeres del día a día.
Fuente: Elena Arriaza