Cuando en Abril de 2013 me invitaron a una cata de vino, mis intenciones no iban más allá de aprovechar dicha cata, para hablar con el propietario del local sobre algún posible negocio, pero claro, el destino no entiende de negocio ni de catas de vino, se limita a hacer su papel.

Allí, junto con Pablo de “El decantador de vinos”, asistí a la cata, donde conocí a Antony Terryn copropietario y enólogo -o como el se define orgullosamente, “Vigneron”- de la bodega Dominio del Bendito, quien nos atendió con una naturalidad extrema. La suerte de estar en este mundo, hace que ya haya ido a muchas catas, y de claro, observar en cada una de ellas, como quien transmite, puede transportarte mucho mas allá de lo que el vino sería sin él, o hacer que este se vuelva algo tremendamente aburrido.

Antony, en ningún momento, nos hizo sentir, como si le estuviéramos sacando el dinero al bebernos su vino, sino justo lo contrario, no paraba de ofrecer, unas y otras añadas. Sus vinos, de la D.O. Toro, me parecieron una pasada. “El Primer paso“, el llamado Roble porque así lo quiere la D.O. (en la mayoría de las D.O. sería un crianza) es fruta pura, envuelto por una sutil madera elegante, fresca y sedosa, que lejos de enmascarar su estructura, u ocultar dichos aromas primarios, lo hace más complejo.

Pero hablar de primer paso, sería como limitarse a hablar de un equipo de fútbol, queriendo explicar lo que es deporte, ya que al ir comparando añadas, entiendes realmente como pueden afectar las diferencias entre uno y otro año en un mismo vino. Al probar “Las Sabias”, entramos en un plano de complejidad aún mayor. Un vino maduro, elegante y señorial, que conserva aún la picardía de un adolescente, pero de la misma manera que con “El primer paso”, la influencia de las añadas, siempre dentro de la misma línea, hace que cada vino sea diferente.

La cata, fue tremendamente original, ya que Antony, francés, como algunos habréis pensado, a pesar de tener un marcado acento en su habla, dista mucho de ser el remilgado francés que habla de sus vinos.

Con una sinceridad casi infantil, comentaba la dureza de los vinos al embotellarlo, los problemas de reducción que habían sufrido algunos, las paradas de fermentación que le habían quitado el sueño por la noche, las lluvias de la vendimia que por poco destrozan alguna añada…la verdad es que me encandiló. Al acabar la cata, no pude evitar acercarme a él y preguntarle si era posible que me fuera allí durante la vendimia a aprender con ellos, y me dijo que claro, que lo llamara más adelante…y así hice…

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