La niñez de un niño alérgico no tiene que ser diferente de la de los demás, son niños sanos mientras no entren en contacto con aquello que les da alergia. Disfrutarán como cualquier otro niño de todas las actividades de su edad y su alergia no puede ni debe suponer una limitación en su desarrollo personal ni social. El alarmante aumento de alergias alimenticias hace que esta realidad sea cada vez más común y por tanto la integración sea mayor y se acabe asumiendo como algo natural. A pesar de estar en contacto con muchos de ellos en la consulta, ponerse en su piel no es nada fácil. Cada familia requiere de una respuesta. Por norma general, el niño vive esta situación sin dramatismos ni complejos y suele acoplar este hecho en sus hábitos diarios con una admirable naturalidad. Esto implica una labor familiar importante.

Los niños de todas las edades deben de ser dueños de conocimientos sobre su enfermedad y su dieta, junto con su familia o cuidador, de manera que les permita ser protagonistas de su salud para poder llevarla adelante. Una de las variables más importantes es la edad en la que aparece la alergia. Es importante adecuar nuestro lenguaje y la información a su edad y a su capacidad de entendimiento. Tenemos que saber que el concepto de salud y enfermedad de un niño de 2 años no es el mismo que el de uno de 8 ó 13 años.

Un niño pequeño alérgico, con menos de cuatro años, tiene acoplada esta alergia en su vida. Gracias a la labor de sus padres, este niño adquiere unos hábitos dietéticos donde los alimentos que les provocan alergia están fuera de su vida. Desde “pequeñito” habrá escuchado que tiene alergia a “tal alimento” y que no lo puede comer nunca. Lo asumirá, en principio, con naturalidad. A medida que crecen y se socializan los niños (si esa alergia permanece), empiezan a hacerse conscientes de sus diferencias y será ahí cuando debamos prestar más atención, ayudándoles a entender que todos somos diferentes, por unos u otros motivos, y que eso no es malo en absoluto.

Cuando la alergia aparece en un niño más mayor, la actitud del niño suele ser diferente. De repente, un niño que comía algo de forma habitual, se hace alérgico y lo tiene que dejar de comer, con lo que le gustaba!!!! Al principio, vivirá esa prohibición como algo negativo, pero generalmente con el tiempo suelen asumirlo sin mayor problema…se adaptan muy bien, se vuelven verdaderos “detectives” de etiquetas nutricionales y no comen nada hasta que no están totalmente seguros de que no lleva su “alimento alérgico”.

A partir de la adolescencia entran en una etapa complicada. Los cambios de actitud, las primeras salidas, la importancia de los amigos, la “socialización”, dificulta a veces mantener las reglas básicas de una alergia a un alimento: no consumirlo y aplicar el tratamiento oportuno en caso de una ingestión accidental. Ya no son aquellos colaboradores “detectives de alimentos” ya dejan de tener cuidado porque a “ellos nunca le pasa nada malo…”. Es una etapa para estar más pendientes que nunca y recordarles desde la responsabilidad la importancia de cuidar de su salud.

Los padres deben dar ejemplo al mantener una actitud positiva ante la alergia alimentaria. Tratar de trasmitirles frases positivas. Los niños (aunque sean muy pequeños) son como antenas parabólicas constantes: aprenden por imitación; hay que ser coherentes con lo que les pedimos a ellos, dar ejemplo. Por este motivo es importante para los padres ser positivos aunque en ocasiones tengan que fingir. Los padres que mantengan la calma en un restaurante y busquen el lado bueno cuando su hijo asista a una fiesta de cumpleaños les mostrarán con su actitud que ser alérgico no tiene por qué obstaculizar su vida social. No podemos, ni debemos aislarlos.

Enséñales a decir “no gracias”, a través de role playing. El juego de role playing consiste en la práctica de lo que un niño va a decir a un adulto o a otro niño, cuando se le presente una situación determinada. En muchas ocasiones por la educación recibida a muchos niños les resulta complicado decir a un adulto (profesor, padres de compañeros…) “no”, por ello debemos darles las herramientas necesarias para que sepan defenderse en estas situaciones. De igual modo sucederá cuando en el colegio, un amiguito le ofrezca un bollo o una chuchería, deberá saber explicarle que no lo puede tomar, pero que no pasa nada, porque tiene otros alimentos especiales hechos para él. Juega con tu hijo y ensaya diferentes situaciones.

No lo “sobreprotejas”. A las madres de los niños alérgicos se les acusa de ser “sobreprotectoras”, y a mí personalmente criticar a una madre por “sobreprotección”, me parece un pecado capital. Entiendo esa necesidad de proteger a los hijos de cualquier sufrimiento y daño, más cuando padecen una alergia alimenticia que les puede causar “problemas”. Pero es cierto que la sobreprotección puede ser igual de dañina que el abandono y debemos buscar el equilibrio entre protegerles y dejarles espacio para vivir como niños que son.

Quería decir que estos niños son ejemplos de superación para todos y que este tema es demasiado complejo como para intentar resumirlo aquí pudiendo caer fácilmente en una simplificación dolorosa de un tema muy sensible. Mis deseos han sido poder ayudar desde mi experiencia de la mejor manera posible.

Para acabar esta entrada dedicada a los niños os dejo con un video. Está realizado por la asociación catalana Inmunitas Vera.

Imagen: practicaltrainingsolutions.net

Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.