Pizzas, hamburguesas, patatas fritas… Cada vez se instala más en nuestra cultura la llamada comida rápida, esa que la mayor parte de las veces suma calorías y malestar, cae como una bomba en el estómago no sólo por el tipo de nutrientes que aporta, sino también por las condiciones en que se consume. Los horarios de la mayoría de las oficinas, los escolares y los trabajos en general obligan a dedicarle menos tiempo del debido a ese maravillo placer que es comer, convirtiendo para muchos la alimentación en un mero trámite.

Todos estos aspectos son los causantes de la creación de movimientos y asociaciones que se preocupan por fomentar el uso y disfrute de una dieta sana y que nacen como contraposición a la popular comida rápida, entre ellos Slow Food.

¿Qué es el Slow Food?
Slow food, comida lenta, es un movimiento que se inicio en Italia en 1.986 de la mano de Carlo Petrini como protesta por la instalación de un restaurante de comida rápida, Fast food, en su ciudad. Su fundador lo resume de esta manera: “No tiene sentido forzar los ritmos de la vida. El arte de vivir consiste en aprender a invertir el tiempo en todas y cada una de las cosas”.

El movimiento Slow food se ha ido extendiendo por todo el mundo y hoy cuenta con más de 100.000 adeptos. Pretende luchar contra las prisas y la vida acelerada que nos afecta a casi todos. Su filosofía está resumida de la siguiente manera en su página web: “Mejorar la calidad de los alimentos y dedicar tiempo para disfrutarlos es una manera sencilla de infundir alegría en nuestras vidas cotidianas”.

Pizzas y hamburguesas no son malos alimentos, en el contexto de una dieta variada y equilibrada, incluso puede resultar una opción sana y apetecible, sobre todo para los adolescentes. Sin embargo, el problema se presenta cuando sustituimos otros alimentos imprescindibles como frutas y verduras por estos sabores estandarizados.

Lo importante es comer de una forma sana y equilibrada con o sin Slow Food. Os voy a dar una serie de recomendaciones más viables para la realidad cercana de una familia. ¿Cómo podemos acercar este movimiento a nuestra casa?

  1. No asociar la comida rápida con un premio. Si un padre convierte la visita a restaurantes de comida rápida en la fiesta del fin de semana o en la recompensa para un niño, termina generando una asociación de ese tipo de comida con éxito y alegría, lo que conlleva una mayor dependencia. Además, la fast food ofrece sabores muy intensos. Después de unas patatas Deluxe, ¿a quién le va a gustar una ensalada de lechuga?
  2. Organizarse para que la comida sana también pueda ser rápida. Es imprescindible que las familias se tomen tiempo para preparar alimentos nutritivos sin que eso altere su ritmo de vida. ¡Hay que organizarse! Una buena idea es tener una guía de aquellos menús que iremos haciendo. Una buena fuente de inspiración son los menús escolares (que están elaborados por nutricionistas) de los que podemos sacar buenas ideas incluso copiarlas.
  3. El congelador puede ser un buen aliado para dejar muchas comidas lista para comer en cualquier momento. Podemos hacer el caldo en una olla más grande y congelarlo, igual pasa con las lentejas, las cremas de verduras… Tan sólo hemos de sacarlo del congelador la noche anterior.
  4. Podemos congelar los bocadillos, conseguiremos ahorrar mucho tiempo si dedicamos un cuarto de hora a la semana a prepararlos. Es recomendable preparar el bocadillo con el pan acabado de hornear, cuando esté bien crujiente y tostado. A continuación lo envolverlos en film transparente y lo dejaremos en el congelador. Ya sólo tendremos por la mañana que sacarlo y ponerlo en su mochila. De esta manera no tendremos “que tirar” de la bollería industrial.
  5. A la hora de comer, suma colores a la dieta. Cuanto más intensos y variados son los colores en un menú, es mucho más saludable y nutritivo. Hay mil formas de hacer ensaladas, como alimentos para formarlas. Son rapidísimas de hacer, sólo es cortar, poner en el plato y aliñar.
  6. Es muy importante educar el sentido del gusto, incluir en la dieta sabores suaves y tradicionales, frente a los sabores intensos de la comida rápida.
  7. Comed en familia al menos una vez al día. La comida es un punto de reunión familiar. Ambiente relajado y sin prisas. Favorece el aprendizaje por imitación.

Imagen: comune.calcinaia.pi.it

Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.