El estreñimiento es un problema muy frecuente en el niño. Constituye hasta un 5% del motivo de consulta pediátrica general y un 25% de las consultas de gastroenterología infantil. Es más frecuente en los varones que en las niñas en una relación de 1’5 a 1; contrariamente a lo que sucede en edad adulta. En la infancia, en el 25% de los casos comienza a manifestarse en el primer año de vida, y registra la prevalencia más alta en los pequeños entre los 2- 4 años de edad. Se define como una frecuencia de defecación menor de 3 veces por semana o más de 4 días sin defecar, cuando existe retención fecal, es decir, el niño quiere defecar pero no puede y, cuando la defecación es dolorosa.

¿Qué síntomas produce?
Lo habitual es que los padres consulten por una disminución de la cantidad de heces. Con mayor frecuencia se asocian síntomas como dolor abdominal intermitente, irritabilidad, perdida de apetito, distensión abdominal y enlentecimiento de la curva de crecimiento. En ocasiones pueden verse estrías de sangre en las heces causadas por la presencia, frecuente, de fisuras anales.

Cuando los niños comienzan con el estreñimiento empieza un círculo vicioso: la defecación les causa dolor y entonces retienen más las heces en el intestino, lo que provoca que se absorba mayor cantidad de agua y las endurezca todavía más, lo que les acaba provocando mayor dolor al defecar.

¿Cómo debemos actuar?
Hay dos aspectos claves para tratar y prevenir el estreñimiento infantil: aportar al niño una dieta equilibrada rica en fibra; así como reeducar al niño en el aprendizaje del hábito de defecación.

  • Para los niños alimentados a pecho, lo más indicado es seguir con la lactancia materna a demanda. El lactante alimentado con leche materna rara vez se estriñe. La composición de la leche de la madre varía a medida que crece su hijo, con lo que sus necesidades quedan cubiertas en todo momento. Al bebé lactante no se recomienda darle zumos, ni infusiones ya que pueden amenazar la lactancia materna.
  • Cuando el niño ya come sólido, lo principal es hacer cambios en la dieta habitual. Básicamente, hay que aumentar el aporte de agua y fibra. Deben incrementarse los alimentos ricos en residuos, como verduras, frutas, legumbres, pan y patatas. En ocasiones es necesario disminuir la cantidad de alimentos astringentes como la manzana, plátanos, zanahoria, chocolate, leche, queso y arroz.
  • Es importante enseñarle que no debe aguantarse las ganas de ir al baño cuando sienta la necesidad. Se aconseja que el niño se siente en el servicio todos los días, a poder ser a la misma hora, preferentemente después de una comida (para aprovechar el reflejo gastrocólico), e intente defecar. No conviene forzarle, ni dar demasiada importancia a si consigue o no defecar, no insistiendo mas de 10 minutos en el intento. No es aconsejable empezar a enseñar el control de los esfínteres, antes de los dos años y medio.
  • No se deben administrar laxantes ni enemas si no han sido indicados por el médico.

¿Cuándo debemos consultar al pediatra?
Cuando el estreñimiento esté acompañado de dolor abdominal importante, si aparece sangre en las heces, si el niño vomita o si se encuentra muy decaído y se queja mucho.

Recomendaciones nutricionales

  • Es necesario estimular el consumo de fibra y de líquidos. La cantidad de fibra recomendada en los niños mayores de dos años y hasta los dieciocho, es aquella que resulta de sumar 5 g/día a su edad (ejemplo: un niño de cuatro años debería ingerir aproximadamente 9 g de fibra al día).
  • El aporte de fibra debe acompañarse de una ingesta adecuada de agua. Se debe ingerir de 1,5 a 2 litros de agua al día (agua de bebida, zumos, infusiones…).
  • Evitar el exceso de lácteos.
  • Alimentos ricos en fibra: pan integral, salvado de trigo, cebada, frutas sobre todo ciruelas, ciruelas pasas, peras, piña, kiwi y frambuesas, las verduras como las alcachofas el brócoli, col de Bruselas, espinaca, legumbres y los frutos secos.
  • Comer fruta y verdura tres veces al día. Ofrézcale al niño fruta bien lavada y sin pelar, vegetales crudos (trocitos de tomate, de pepino, lechuga cortada en juliana, zanahoria rallada, pimiento verde y rojo, maíz, espárragos, arroz integral e incluso frutos secos triturados, etc.) y verduras enteras (no siempre en puré).
  • Hacer de la fruta su postre habitual (naranja, manzana, plátano, pera, kiwi) o, al menos, prever un consumo de 2 a 3 piezas al día repartidas entre el desayuno, almuerzo, merienda y cena. También se le puede dar al niño en forma de zumo sin colar, para que conserve la fibra de la pulpa.
  • Retomar los platos “de cuchara” para el almuerzo, por ser excelentes: guisos de legumbres –muy ricas en fibra-, menestras, sopas de verduras, etc. Procurar tomar legumbres 2-3 veces a la semana.
  • Tomar al menos, una ración de pan integral al día, acompañado de mermelada (ciruela o albaricoque), miel, un poco de aceite de oliva y azúcar, mantequilla o margarina. Los cereales integrales son también una buena opción y se pueden mezclar con otras variedades y con trozos de fruta. En el desayuno o en la merienda son alimentos perfectos.

Alimentos que se deben incluir en la dieta de un niño estreñido

Líquidos Agua, zumos naturales
Cereales Papilla de avena, salvado de trigo sin refinar, muesli, galletas de centeno, pan integral, harina integral
Frutas (mejor con piel) Pera, naranja, ciruela, fruta desecada, piña, kiwi y frambuesas, fresas, frutos secos.
Verduras y hortalizas Coles, judías verdes, alcachofas, puerros, tomate con piel, espinacas, acelgas, maíz
Legumbres Lentejas, garbanzos, judías blancas, guisantes
Grasas Aceite de oliva
Lácteos Evitar el exceso

Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.

Imagen: pekelandia.com.py