Falsos mitos de los alimentos
Muchos son los falsos mitos y verdades a medias que muchos de los productos alimenticios se han ganado ( injustamente o no) a lo largo de los años. Todos tenemos el vecino, el primo, el hermano, madre, abuela, suegra, cuñada que nos ha advertido de los peligros de ciertos alimentos. “El café es malísimo, hijo, pone de los nervios, y para el estómago es una bomba”; “Sigue comiendo pan que tu panza llegará antes que los pies”; “la cerveza genera esa curva de la felicidad que ningún hombre quiere y que a ninguna mujer gusta”; “échate sacarina que el azúcar engorda mucho”… Pueden ser algunos de los a priori más que sagrados consejos ofrecidos por nuestros conocidos. Pero, ¿qué tienen de ciertas estas sentencias?
Comencemos, por ejemplo, con el pan, ¿engorda?. El pan aporta energía, pero el mito de que engorda no es cierto. Su consumo no es causa directa del aumento de peso, siempre y cuando se respete la cantidad diaria recomendada. El aumento del aporte calórico del pan está estrechamente relacionado con lo que se le incluye dentro. Así si se acompaña con mantequilla, embutidos, salsas… el contenido calórico que tu cuerpo asimila será increíblemente mayor. En este aspecto se tiene como referencia que 100 gramos de pan en solitario, y sin ser acompañado de nada más, aportan unas 250 calorias a nuestro organismo. Si se le añaden 35 gramos de mantequilla o margarina, por ejemplo, a esos 100 gramos, habría que contar con que las 250 calorias del pan se han multiplicado hasta las 500. Las margarinas o mantequillas habrían ofrecido un contenido calórico prácticamente igual al del pan, con tan sólo un tercio de la ración del pan. La grasa del contenido con el que se rellena el pan se acumula mucho más fácil en el cuerpo que los hidratos de carbono por los que está compuesto principalmente el pan. Conclusión: El pan engorda según la cantidad y la grasa con la que se acompañe. Los hidratos de carbono del mismo producen menos sobrepeso que la grasa de los alimentos con los que se suele acompañar el pan.
La barriga cervecera. Siempre se ha creído que el mero hecho de beber cerveza asiduamente ya es motivo para que te crezca esa especie de sandía en torno al vientre. Un reciente estudio de varios médicos e investigadores españoles revela que “la barriga cervecera es un mito”. Un consumo moderado de cerveza, entre dos y tres cañas al día, asociado a una dieta equilibrada, “no engorda” y reduce el riesgo de diabetes e hipertensión, según el estudio. El modelo de hombres o mujeres con los vientres sobredimensionados es propio de la cultura anglosajona donde se ingieren grandes cantidades de cerveza y comida rica en grasas saturadas con una actividad física casi nula. El patrón alimentario de los consumidores moderados de cerveza en España es más próximo a la dieta mediterránea, según el trabajo elaborado por el Hospital Clínic, la Universidad de Barcelona y el Instituto de Salud Carlos III. El estudio, que se ha realizado sobre una muestra de 1.249 participantes, hombres y mujeres mayores de 57 años que por la edad tienen un mayor riesgo cardiovascular, ha confirmado la hipótesis de que la cerveza es saludable.
La dosis recomendada por los médicos es de dos cañas diarias para las mujeres y de tres para los hombres, siempre con comidas equilibradas, y siempre que las personas realicen una vida normal, con algo de ejercicio.