Ingredientes:

– 470 g de harina
– 380 ml de agua
– 10 ml de aceite de oliva virgen extra
– 3 g de levadura seca
– 10 g de sal

Elaboración:

Ponemos todos los ingredientes en un bol amplio y los mezclamos hasta que estén bien mezclados. Es una masa bastante pegajosa así que podéis mezclarlo con ayuda de una paleta de madera si no queréis pringaros las manos. Deben quedar todos los ingredientes bien integrados, parecerá más casi un puré que una masa, pero es cómo tiene que ser (ver fotos del proceso).

Para hacer esta focaccia no vamos a amasar, volveremos a usar el reposo y los pliegues como técnica de amasado. Si no sabéis a lo que me refiero con los pliegues, os aconsejo que os leáis la receta del pan sin amasado porque esta parte está bien explicada y podéis ver el proceso en las fotos. Realizaremos 4 pliegues sobre la masa (arriba, abajo, derecha e izquierda), la dejaremos reposar durante unos 30 minutos y repetiremos los pliegues una segunda vez. Como es una masa con mucho porcentaje de hidratación (casi el 83%), os recomiendo que os mojéis las manos para hacer los pliegues, así no se os pegará la masa a las manos.

Colocamos la masa en un recipiente que podamos cerrar herméticamente (o tapar con film) y que habremos pintado ligeramente con aceite. Cerramos/tapamos el recipiente y dejamos reposar la masa en la nevera durante 24 horas.

Al día siguiente, vertemos la masa sobre una bandeja o algo similar, la cual pintaremos previamente con una generosa capa de aceite, donde dejaremos que la masa haga una segunda fermentación a temperatura ambiente. Dependiendo de la temperatura del lugar, tardará entre 2 horas o 2 horas y media en leudar. Durante este proceso, realizaremos 3 o 4 veces los 4 pliegues que os he comentado antes, para crear tensión en la masa y favorecer que aparezcan burbujas que le darán esponjosidad a nuestra focaccia.

Pasado el tiempo de fermentación, colocamos papel vegetal en la bandeja del horno, lo embadurnamos con aceite de oliva virgen extra y volcamos la masa sobre el papel (simplemente dadle la vuelta a la bandeja donde teníamos la masa y caerá por su propio peso). Presionando con los dedos, iremos estirando la masa hasta que ocupe casi toda la bandeja del horno. No es necesario estirarla de una sola vez, es mejor hacerlo en 2/3 tandas, dejando reposar 10 minutos la masa, así conseguiremos estirarla bien sin romper las burbujas de aire que se hayan formado.

Cubrimos la focaccia con el relleno que más os guste. Yo he usado los tradicionales ingredientes aceite de oliva virgen extra, romero y aceitunas negras, pero podéis poner casi de todo: mezcla de aceite con perejil, con pimentón, salvia, tomates cherrys, etc.

Precalentamos el horno a 250ºC y colocamos en el fondo del mismo, una bandeja o recipiente metálico para que se caliente. Cuando el horno esté listo, metemos la focaccia a media altura y vertemos un vaso de agua en la bandeja del horno para crear un golpe de vapor. Pasados 10 minutos, sacamos la bandeja del fondo para quitar la humedad, bajamos la temperatura a unos 210ºC y dejamos hornear otros 15 minutos más. Sacamos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla.

Si quieres ver las imágenes del proceso, pincha aquí para ver la entrada completa en el blog de Guillermo Osorio “No me comes nada”