Ingredientes:
– 300 grs de garbanzos lechosos
– un kilo de mejillones
– 2 cebolletas
– 2 tomates maduros
– 2 dientes de ajo
– un vasito de vino blanco seco
– una hoja de laurel
– unas ramitas de apio
– unas hebras de azafrán
– sal y pimienta negra molida
– unos granos de pimienta negra
– aceite de oliva

Preparación:
Una vez remojados de víspera, enjuagar los garbanzos y los cocemos en una olla con la hoja de laurel, la parte verde del puerro y unos granos de pimienta negra. Agregar sal y un hilo de aceite de oliva, cubrir con agua templada y cocer hasta que estén tiernos. Mientras se hacen, rascamos los mejillones con un cuchillo, se enjuagan bien y los colocamos en una cazuela con la hoja de laurel, unas ramitas de apio cortada en trozos grandes y los granos de pimienta. Mojamos con un par de vasos de agua y el vino, se tapan y ponemos al fuego hasta que se abran. Apartamos y se dejan templar.

Una vez fríos, colamos el caldo, sacamos los mejillones de las cáscaras y reservamos. Mientras, calentamos un chorrito de aceite en una cazuela amplia y rehogamos los ajos, algo más de apio y las cebolletas todo muy picado. Unos minutos después, incorporar los tomates rallados y vamos moviendo para que se integren en el sofrito y vayan soltando el agua de vegetación. Bajar el fuego.

Cuando los garbanzos estén hechos, se cuelan y los incorporamos a la cazuela con el sofrito. Añadir también las hebras de azafrán y mojar con el caldo de cocción de los mejillones. Sacudir la cazuela y añadir algo más de agua si fuera necesario. Rectificar de sal y pimienta y dejamos a fuego suave unos quince minutos.

Esta receta es original del blog “¿Qué comemos hoy?” de Laura Vichera.