Puede que los talibanes y los soldados afganos difieran en su modo de pensar, pero al menos comparten una afición: saborear los helados Herat, marca de referencia hasta en los valles más remotos de Afganistán. “Con las temperaturas tan altas que tenemos (en Afganistán), todo el mundo adora los helados, incluso los talibanes, que también los consumen“, explica con una amplia sonrisa Faiz Ahmad Faizi, presidente y fundador de esta compañía afgana de helados.

Faizi asegura que los camiones de la compañía circulan libremente por todo el territorio afgano y que sus empleados son recibidos “con los brazos abiertos” en todo el país, pese a que en algunas zonas hay combates constantes y las carreteras están plagadas de minas. Helados Herat inició la fabricación de helados y otros productos lácteos en 2002, con un inversión de 500.000 dólares, y en la actualidad es la compañía heladera líder afgana, con una valoración de unos 12 millones de dólares.

Desde su planta en la ciudad occidental de Herat -a la que debe su nombre-, los trabajadores de la marca envían cada día 30 toneladas de helado por todo el país, incluso en las áreas dominadas por los talibanes o de acceso difícil. “Tenemos más de 300 trabajadores en la fábrica y en el exterior disponemos de otros 1.000, la mayoría de los cuales ayudan en la distribución de los helados y los productos lácteos“, afirma el presidente y fundador de Herat.

Faizi distribuye sus productos –helados, barras de chocolate, piruletas y tarrinas heladas– desde los centros de distribución en las ciudades de Herat, Kabul (este), Kandahar (sur) y Mazar-i-Sharif (norte) a las 34 provincias afganas. El fundador de Herat recuerda que, antes de tomar la decisión de abrir la mayor fábrica de helados de Afganistán, era un hombre de negocios que se dedicaba a la importación y exportación de diferentes mercancías con China, Francia y Tailandia.

Sin embargo, -revela emocionado- durante un viaje a China visitó una fábrica de helados y allí decidió que tenía que hacer lo mismo en su ciudad de origen, famosa por la elaboración casera de helados, pero donde nunca los habían producido a escala industrial. Ahora, cuando el sueño de Faizi se ha hecho realidad, este reconoce que debe enfrentarse a numerosas preocupaciones diarias, como la seguridad de sus trabajadores en un país en guerra, los problemas con el suministro eléctrico y la competencia iraní. “Los helados provenientes de Irán se venden a precios muy bajos, inferiores al nuestro -afirma-, pues si un helado Herat se vende a 10 afganis (0,20 dólares), los iraníes lo venden a mitad de precio. Lo único que quieren es debilitar a las empresas afganas“. Pero aún así Faizi es optimista y, mientras camina por las instalaciones de su fábrica localizada en un polígono industrial en el extrarradio de Herat, asegura que dentro de dos años comenzará a exportar sus productos a otros países asiáticos.

Una de las claves del éxito de los helados Herat es, según muchos kabulíes, el acierto de la compañía al elegir el tema principal de la banda sonora de Titanic, My heart will go on, para acompañar a los carritos de helados y avisar así de su presencia. “Me encanta el helado-Herat, sobre todo por la encantadora melodía de Titanic” que hacen sonar los vendedores a su paso, dice a Efe Bashir Nader, un adolescente kabulí de 14 años. La costumbre en el país es que los vendedores de las distintas marcas hagan sonar una melodía con un megáfono para anunciar su paso, y escuchar la música del Titanic es para los niños sinónimo de que toca echarse a la calle y tomarse un buen helado.

Fuente: Fawad Peikar – Efe | Imagen: 20minutos.es