La leche de vaca produce mocos: ¿mito o realidad?
En los últimos años han comenzado a circular, fundamentalmente a través de canales de información no profesionales, ideas sobre los perjuicios del consumo de la leche de vaca en la edad infantil. Uno de los mitos más consolidados es que el consumo de leche de vaca, favorece la formación de moco. Los datos apuntan a que el consumo ha descendido en la última década, al igual que ha sucedido con otros alimentos de primera necesidad como por ejemplo el pan.
¿La leche de vaca causa mocos? ¿Cuál es el origen de esta idea?
En la medicina clásica, Maimónides desaconsejaba el consumo de leche a las personas con asma. Esa misma recomendación recoge la medicina tradicional china. Sin embargo, algunos libros de divulgación (p. ej., el clásico Dr. Spock’s baby and child care) o Laura Gutman en “La revolución de las Madres”, donde asegura que la leche de vaca produce rinitis, mocos y otitis en los bebes, son las que más han contribuido a la difusión de esta idea.
En los últimos años, se han realizado varios estudios clínicos controlados que analizan diversos parámetros de función respiratoria tras el consumo de determinada cantidad de leche, pero en la mayoría de ellos no se ha podido demostrar ninguna relación entre el consumo de leche y la agudización de síntomas de asma, ni tampoco un aumento de su prevalencia. No existen datos científicos que relacionen directamente el consumo de leche y la aparición de mucosidad o de asma. Las autoridades científicas recomiendan el consumo regular de leche y derivados durante la infancia y la adolescencia, y advierten de las consecuencias de los mensajes contrarios. A día de hoy, no hay ninguna evidencia que pueda demostrar que la leche de vaca produce mocos y si no se puede demostrar que exista dicha relación se puede decir que se trata de un mito o de una leyenda urbana sin fundamento que está haciendo que muchos niños no tomen leche.
Otro de los mitos más mediáticos (¡y mira que en nutrición hay mitos!) y que ocasionan que muchos niños dejen de beber leche, atienden a la afirmación: “los humanos somos los únicos mamíferos que bebemos leche siendo adultos”. Nadie se plantea aspectos como que también somos los únicos mamíferos que cocinamos, los únicos que comemos de todo y durante prácticamente todo el año… y que tenemos inteligencia para aprovechar como alimento multitud de sustancias que proceden del reino animal y vegetal.
Hace sólo 7.500 años que el hombre bebe leche. Los bebés mamíferos tienen la capacidad natural de asimilar y digerir la leche materna, que pierden una vez criados. Inicialmente también sucedía en los humanos, hasta que un salto evolutivo cambió las cosas en Europa. Fue una adaptación al medio ventajosa debido a que la leche del ganado doméstico y sus derivados sumaban un alimento más, disponible y a mano todo el tiempo. Hoy en día los europeos disponemos de esa herencia genética, excepcional en otros países y si es así ¿por qué no aprovecharla?
¿Los niños necesitan leche?
La realidad es que sí. La leche materna humana es el alimento ideal para el lactante de forma exclusiva en los 6 primeros meses y, acompañada de una alimentación complementaria adecuada, hasta al menos los 2 años de edad. Tras el periodo de destete, todos los mamíferos excluyen la leche de su alimentación, excepto el ser humano, en que el consumo de leche de otras especies se prolonga a lo largo de toda la vida. Por sus características se recomienda una ingesta diaria de lácteos de 2-4 raciones al día, en concreto dos raciones en la primera infancia, 2-3 para los niños en edad escolar y 3-4 para los adolescentes. Una ración de leche constituye una cantidad de 200-250 ml (una taza), mientras que una ración de yogur supone 125 g, y de queso curado 30, 40 o 50 g, en función de la edad.
¿Qué aportan la leche y sus derivados?
- Proteínas de buena calidad, que intervienen en la construcción de músculos, huesos y tejidos del cuerpo.
- Calcio, un mineral imprescindible para desarrollar unos huesos fuertes para toda la vida.
- Vitamina D, que ayuda al organismo a absorber el calcio.
Cuando afirmamos que la leche de vaca no produce mocos, nos referimos a personas que no son alérgicas a la proteína de la leche de la vaca, ni tienen intolerancia, debido a que estas tendrán su propia sintomatología asociada.
Referencias: ¿Por qué dudamos de si la leche de vaca es buena para los niños? J.M. Moreno Villares, M.J. Galiano Segovia, J. Dalmau Serra. Pediatra. Unidad de Nutrición Clínica. Hospital «12 de Octubre». Madrid. Pediatra. Centro de Salud «María Montessori». Leganés (Madrid). Unidad de Nutrición y Metabolopatías. Hospital Universitario «La Fe». Valencia
Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.