La Mamela BEER & OYSTERS es una gran idea para darse un homenaje y disfrutar de unas ostras sin estar rodeada de alcanfor, ni dejarte un riñón en el intento; un restaurante fresco, alegre y marítimo.

MAMELA: Nombre femenino. 1. Del lenguaje coloquial andaluz. Dícese del promontorio rocoso que sobresale en el mar y en el que es fácil encontrar crustáceos, que sirven de alimento fácil para pájaros y peces y por tanto, bueno para encontrar pesca. 2. Persona con arte para disfrutar de la vida resuelta. Nos chifla aprender palabras en el mantel de un restaurante. La Mamela BEER & OYSTERS es una gran idea para darse un homenaje y disfrutar de unas ostras sin estar rodeada de alcanfor, ni dejarte un riñón en el intento. Es un restaurante fresco, alegre y marítimo (pero en el sentido estiloso y sofisticado de la palabra, sin anclas, ni rayas, ni faros). La carta incluye felicidad para comensales de gustos variados ya que, además de lo que su nombre promete, incluye octavas y novenas maravillas en forma de ternera de Retinto y atún del Estrecho. Cádiz, mucho Cádiz. La carta además permite probar y compartirlo todo ofreciendo medios platos, gustazo entero.

Las Ostras La Perle de l’mperatrice estaban redondamente extraordinarias. Como un baño en el atlántico gaditano en pleno verano, sin prisa. El Tartar de atún marinado  sobre ajoblanco de melocotón nos encantó y nos encantará más todavía cuando sean melocotones frescos. Verano ¿por qué tardas tanto en llegar? El Solomillo de retinto con salsa de pera tenía la rudeza de la braza con la finura de la pera y a foodilove, en el bolsillo. Y esta vez, gracias a que pedimos medios platos, sí llegamos al postre. Un Cremoso de chocolate con toffee y sorbete de fresa que nos ofrecieron fuera de carta maridado con un vino generoso, la décima maravilla. Y seguimos contando.
La panera es muy completa, con mis regañás favoritas.

La decoración consigue envolverte en optimismo y buen rollo. El turquesa de mis sueños con la madera en bruto del suelo y la mesa larga me hicieron sentir entre algodones, relajada. Las sillas son divinas e invitan a alargar la comida, aliadas con una cuidada selección de vinos “generosos” pensada para nuestro gastro-gozo.  La colorida vajilla de porcelana Bonná nos encantó. El personal de sala aportó con su energía, paciencia y amabilidad e hizo que nuestro almuerzo fuese un  auto-homenaje que repetiremos.

Esta entrada es original del blog “Foodilove” de Concha Ortiz.