Las cocinas del Palacio Real de Madrid
Las cocinas del Palacio Real de Madrid se han abierto al público. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, visitó las instalaciones hace unos meses, unos 2.000 metros cuadrados que se conservan exactamente igual que en el siglo XIX y se han mantenido activas hasta hace apenas cinco años. Además de encontrar entre fogones centenarios, el visitante podrá admirar allí objetos curiosos, como una especie de prensa exprimidor en el que se preparaban, por ejemplo, los zumos que bebía Alfonso XIII, el último rey que vivió en el palacio.
Las cocinas del Palacio Real sirvieron a los monarcas para mostrar el poderío del reino en la mesa y desde el reinado de Carlos III al de Juan Carlos I han estado operativas y cerradas al público, algo que acaba de cambiar teniendo ya acceso los turistas que lo deseen. Grupos de hasta veinte personas podrán recorrer la portería, la cocina del ramillete, el taller de repostería, la sala de preparación, la sala de fogones, la cava y la botillería.
Situadas en los sótanos de la fachada oriental del palacio, la última ocasión en que las cocinas reales estuvieron a pleno rendimiento fue en 2004, en la boda de los actuales Reyes, entonces Príncipes de Asturias.
Como dato curioso, aún se conserva allí una nevera, de madera por fuera y por dentro de cinz, que funcionaba con bloques de hielo. Un office utilizado como sala de despiece y preparación de alimentos precede a la cocina principal, con vistosas piezas como sendos morteros de gran tamaño, y pilas gigantes para lavar y escurrir las verduras. La segunda es la sala de despiece y preparación de alimentos, y cuenta con la despensa y la vajilla que utilizaba a diario el personal de servicio. En la tercera sala se encuentra la cocina principal, con un gran horno giratorio parisino del siglo XIX en el que se asaban las piezas enteras (terneros, corderos, cochinillos), dos fogones de hierro (uno francés y otro español) con salida de agua caliente, y un calientaplatos.
Especialmente memorables fueron los banquetes ofrecidos cada 23 de enero por el santo de los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII, monarca este último que hizo más fluidas las relaciones internacionales de la familia real y agasajó a huéspedes temporales como los Hohenzollern, los Salm-Salm o los Carisbrooke con manjares únicos. Eso sí, antes Alfonso XII fue el primer rey que entendió la comida como cuestión de Estado e hizo ostentación en los banquetes reales, tendencia que se ha mantenido con el paso de los años. Aunque no era muy comilón, mandó construir el comedor de gala para 120 personas y adecuó la cocina. Isabel II fue, en cambio, la que más acopio de utensilios hizo, aunque buena parte de ellos viajaron a Valencia cuando el Gobierno republicano se trasladó allí en noviembre de 1936, durante la guerra civil.