Los diez errores más frecuentes en la alimentación infantil
Para la mayoría de las familias la alimentación de su hijo o hija es un aspecto fundamental en su desarrollo y educación. A lo largo de mi experiencia me he venido encontrando con una serie de errores y falsas creencias que debemos evitar para lograr una alimentación saludable. La mayoría son errores fáciles de evitar cuando tenemos conocimiento de ellos. Quién no ha preguntado a su hijo ¿qué quieres natillas o fruta? ¿Quién no ha recurrido al socorrido zumo envasado?…
- Abuso de lácteos y derivados: hasta los diez años, los niños necesitan dos raciones de lácteos al día. Entendiéndose como una ración la cantidad de leche o de lácteos que contiene igual aporte de calcio, no así de calorías o de grasa. Para entenderlo mejor, es lo mismo en calcio tomarse un vaso de leche de 200 mililitros que 2 yogures o 1 cuajada. El exceso de lácteos en la dieta potencia la inhibición en la absorción de hierro y aumenta la probabilidad de que el niño padezca una anemia por déficit de hierro. Además provoca trastornos en la dieta de los niños porque la vuelve monótona, aporta mucha grasa animal y saturada y puede provocar estreñimiento y dolor abdominal. A partir de los diez años una de las raciones puede ser 40- 60 gramos de queso semicurado ó 80-100 gramos de queso fresco.
- Tomar zumos comerciales: los zumos envasados se han puesto de moda. Algunas personas consideran que se trata de un alimento adecuado para todas las edades, y que sustituyen perfectamente a la fruta natural, lo cual no es correcto. La fruta contiene azúcares naturales, fibra, minerales y vitaminas. El zumo aporta cantidades de azucares muy elevadas y las vitaminas y la fibra desaparecen, aunque contengan vitamina C y algunos estén enriquecidos en calcio. Su consumo excesivo puede provocar: dolor abdominal, meteorismo, diarrea, caries dental, inapetencia y obesidad. Con los refrescos azucarados ocurre algo similar.
- Abusar de cereales de desayuno hipercalóricos: los cereales en copos o expandidos constituyen una buena opción para la primera colación del día, porque tienen menos grasa que la bollería y aportan una cantidad adecuada de hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales y además a los niños les encantan. Pero a menudo, para hacerlos más apetecibles, van cubiertos de azúcar, miel o chocolate. Esto aumenta de forma importante la cantidad de calorías sin aportar nutrientes esenciales. En caso de que lleven chocolate, aumenta aún más debido a que éste contiene mucha grasa. Se deben elegir los menos azucarados, menos grasos y menos salados.
- Meriendas blandas a base de pan de molde y bollería: los alimentos de consistencia algo dura, que hacen trabajar a dientes y mandíbulas, favorecen el desarrollo de los músculos de la cara y de la masticación, al mismo tiempo fortalecen los dientes y encías. Por el contrario, los alimentos demasiado blandos, no solo evitan ese pequeño pero beneficioso esfuerzo, sino que, a menudo, al estar compuestos de azúcares, se adhieren a los dientes y contribuyen a la aparición de caries. Además los productos de bollería y los panes de molde suelen tener grasa añadida, azucares y aditivos (que los hacen durar más) que no tienen el pan del día.
- Dar siempre postre lácteo: yogures, natillas, petit suisses…: muchas familias ofrecen lácteos de postre a sus hijos. En la mayoría de los casos lo hacen porque creen que así la alimentación es más completa. También por comodidad, puesto que los niños suelen preferir los yogures, flanes y natillas a la fruta, los toman más rápido y no hay que ayudarles ni enseñarles a pelar la fruta. No hay que olvidar que las frutas tienen muchas propiedades nutritivas (vitaminas, minerales, fibra, etc.) que ayudan a mantener y cuidar nuestra salud. Es conveniente que se acostumbren desde el primer año a tomar la fruta en trocitos y dar ejemplo teniendo siempre al alcance de la mano frutas variadas de la temporada.
- Desayuno insuficiente o no desayunar: la mayoría de los niños y niñas toman algún alimento antes de ir al colegio; sin embargo son pocos los que hacen un desayuno completo. El desayuno es una de las comidas más importantes del día ya que reajusta nuestro perfil metabólico, aumenta la concentración, la memoria, la capacidad física y mental para aprender y jugar. También combate la obesidad. El desayuno es un hábito, así que ayúdale a que se acostumbre. Para ello no es suficiente con tomar un lácteo. Un ejemplo de desayuno completo:
- Lácteo: leche, yogur, queso, cuajada
- Cereal: pan, cereales, galletas
- Fruta: entera o en zumo
- Aceite, mantequilla
(Es importante no abusar de la bollería, reduciendo su consumo, como máximo, a una vez por semana.)
- Consumo elevado de fast-food, dulces, chucherías, bollería y alimentos ricos en proteína y grasa: la importancia de estos alimentos no es el valor calórico, sino que se elaboran con grasas trans que elevan el colesterol y los triglicéridos y tienen efectos nocivos para la salud, presente y futura. Este tipo de alimentos aportan “calorías vacías”, es decir, son productos ricos en energía, pero pobre en nutrientes útiles para nuestro cuerpo.
- Preguntar a los menores qué quieren comer: los adultos tienen, o pueden adquirir, los conocimientos necesarios para llevar a cabo una alimentación variada y equilibrada. Por ello, la responsabilidad de elegir menú, comprar los alimentos y diseñar una dieta completa no corresponde a los menores, sino a las personas que los cuidan, ya que ellos, si se les ofrece, suelen elegir alimentos demasiado dulces o salados. Lo recomendable es enseñarles a comer ofreciéndoles 2 ó 3 alimentos saludables y entre esos dejarle que elijan cuál comer. Por ejemplo ¿Quieres merendar bocadillo de queso o de salchichón? ¿Quieres tomar hoy el huevo revuelto o pasado por agua? ¿De postre qué prefieres, una mandarina o una pera? No comer a la carta. Es una forma sana de educar, que te agradecerán después.
- Presionarlos para que prueben los alimentos: por lo general, es necesario presionar a los niños para que prueben algunos alimentos. Sin embargo, se ha comprobado que la insistencia de los padres hacia un alimento hacen que los niños rechacen esos alimentos. Lo mismo sucede cuando se les ofrecen premios por comer algunos platos, pues los niños suelen poner dichos alimentos en la categoría de que “son tan malos que deben premiarme para que me los coma”. En las comidas se debe motivar, atender, incentivar, observar…pero nunca obligar. Si obligamos a comer, la relación con los alimentos se va enrareciendo, negativizando y creamos situaciones que pueden llegar a ser problemáticas.
- Que tome cualquier cosa con tal de que coma algo: “Le doy cualquier cosa y a cualquier hora, con tal de que coma algo“. Es otro error típico: proporcionar alimento fuera de las horas de comida con tal de compensar las carencias de los platos centrales. Además la situación empeora porque esas alternativas suelen ser alimentos inadecuados: bollería industrial, dulces, batidos… productos muchas veces repletos de calorías y grasas que perjudican su salud a largo plazo.
Esta entrada es original del blog “Komo-como” de Regina Martínez.
Imagen: alchilepoblano.com