Ingredientes (12 unidades):
– 180 g de harina floja (de repostería)
– 2 huevos XL
– 125 ml de aceite de oliva
– 125 g de azúcar
– 60 ml de zumo de naranja
– La ralladura de una naranja
– ½ sobre de levadura química (tipo Royal)
– 1 cucharadita de canela
– Moldes de papel rizado para magdalenas (en mi caso nº 8)

Elaboración:

En un bol ponemos los huevos junto con el azúcar y, con ayuda de unas varillas (o una batidora de varillas quien tenga), batimos hasta blanquear el huevo, es decir, que se mezcle todo bien y empiece a aclararse el color de la mezcla. Agregamos el aceite, el zumo y la ralladura de la naranja y volvemos a batir para que se mezcle todo de forma homogénea. Mezclamos la harina con la levadura y con la canela y, tamizándolo, lo vamos incorporando poco a poco a la mezcla que ya tenemos, removiendo a la vez que incorporamos para que no se formen grumos.

Cuando tengamos la mezcla lista, tapamos el bol con film y la metemos en el frigorífico una media hora, más o menos. Con esto conseguiremos que la masa se enfríe y haya un choque térmico mayor al meter las magdalenas en el horno, que hará que crezcan mejor . Mientras la masa está en el frigorífico, ponemos el horno a calentar a 220ºC y prepararemos los moldes. Si tenéis una bandeja típica de magdalenas/muffins/cupcakes, no hace falta que os explique nada porque sois unos expertos 🙂 En caso contrario, necesitaréis un molde rígido donde poner las cápsulas de papel para que mantengan la forma durante el horneado y nuestras magdalenas no crezcan a lo ancho. Yo uso flaneras desechables de aluminio, que las podéis comprar en cualquier supermercado.

Una vez enfriada, sacamos la masa de la nevera y la batimos un poco para que se quede más líquida ya que al enfriarse habrá espesado. Rellenamos los moldes entre ½ y ¾ de su capacidad y espolvoreamos por encima lo que queráis ponerle: azúcar, almendra crocanti, etc. Bajamos el horno a 200ºC y metemos las magdalenas, horneándolas durante unos 15 minutos aproximadamente. Controlad los tiempos porque cada horno es un mundo, el tiempo perfecto será cuando hayan crecido (tengan un estupendo copete) y empiecen a dorarse. Una vez horneadas, las sacamos del horno y las dejamos enfriar unos 10 minutos en el mismo molde, sin sacarlas, para que la masa se asiente bien. Luego las quitamos del molde y dejamos que se terminen de enfriar sobre una rejilla.

Si quieres ver las imágenes del proceso, pincha aquí para ver la entrada completa en el blog de Guillermo Osorio “No me comes nada”