Ahora, cuando vuelvo de Gerona tras recibir la enorme alegría de la estrella Michelín concedida a Noor, supongo que es el momento de pararme a reflexionar, de echar la vista atrás con la sensación de que el camino que elegí fue el adecuado. Recuerdo, cómo olvidarlo, mi regreso a Córdoba, que se produjo de forma inesperada en el año 2013. Lo hice porque el restaurante que tenía en Bocairente, en Valencia, cerró y de esta forma perdimos la estrella Michelín que tantísimo nos había costado ganar en la edición de 2010. En aquel momento, hablé con mi padre a fondo y reflexioné sobre qué camino coger. Hacía mucho tiempo que no hablaba con él de ese modo y me ayudó a recomponerme anímicamente y a darme seguridad personal. Me hizo ver que si te caes te tienes que levantar, que así es la vida, que hay dureza. Y que no se puede aspirar a conseguir tus objetivos si careces de la capacidad de levantarte tantas veces te caigas. Mi padre ha sido toda su vida una persona luchadora, soñadora también, pero con rigor. Fiel a sus principios y con una honestidad de otro tiempo, un hombre íntegro. Mi modelo siempre fue él, fue el espejo donde mirarme. Ahora incluso pienso que quise ser cocinero para demostrarle mi valía. Y tengo la satisfacción de pensar que lo he conseguido, o de que al menos estoy en ello.

Pero no sólo le pude estar agradecido a mi padre y mi madre, pues Mariana Tapia, mi pareja y confidente, siempre ha estado en los momentos más difíciles. Por eso ahora hago un brindis por ella, y espero que me disculpen este tono emocional pero es que un día muy especial para mí. Lo que quiero decir es que Marina siempre aparece cuando las cosas se ponen feas, siempre… Su saber estar y su templanza han sido fundamentales para calmarme y mantener la cabeza fría en los momentos más complicados del largo proceso que ha supuesto la apertura de Noor, un proyecto muy personal que necesitaba de valentía y de tesón… También recuerdo ahora que vi junto con Mariana, después de un largo paseo en mayo por nuestro maravilloso Puente Romano, un atardecer increíble… Una luz con un color muy especial. Tuve la certeza que Córdoba era nuestro sitio, y también pienso que acerté. El cariño que nos dan mis padres y mis hermanas, ese calor diario que tanto añoraba cuando vivía lejos de casa, fue también el origen de nuestra vuelta a Córdoba y a este proyecto que decidimos vincular a nuestra historia, a la milenaria Al-Andalus.

No quiero acabar sin dedicarle unas líneas a Andoni Luis Aduriz y a Susana Nieto, de Mugaritz, que han sido y son pilares fundamentales en mi formación como persona y cocinero. Personas generosas y humanas, que fueron capaces de transmitirme tanto y tanto. Hermanos de verdad, con cariño y con alguna discusión como en toda relación que se precie. Les estaré siempre agradecido.

Y para acabar ya este primer artículo, este debut en las páginas de El Día, reconozco al fin que mi camino siempre ha sido algo incomprendido. Y asumo también, claro, que soy un poco rarito: solo cocina y nada de vida social, por lo que entiendo que los colegas me miren regular. Pero es de esta personalidad de donde me viene la concentración en mi gran pasión, que es la cocina, la gastronomía… Noor es mi estilo de vida, mi gasolina y mi alimento diario. Ya no puedo vivir sin él. Así que allí les esperamos a todos. Qué gran idea fue volver a Córdoba.

Paco Morales