Ingredientes:
– 500 g de pechuga de pollo
– 1 huevo
– 1 cucharada de soja
– 1 cucharada de vinagre de arroz (*)
– 120 g de maizena

Para la salsa…
– 300 ml de zumo de naranja
– 1 diente de ajo
– 1 cucharada de aceite suave

Preparación:
Cortamos el pollo en trozos de bocados y los ponemos en un bol junto con el huevo, una cucharada de soja y otra de vinagre de arroz (este último no es necesario, pero si sois muy de hacer comida oriental, seguro que tenéis por casa). Mezclamos hasta que todos los ingredientes estén bien integrados, tapamos el bol con film y dejamos macerar en la nevera, como mínimo, 30 minutos.

Pasado ese tiempo, sacamos el bol de la nevera y pasamos a rebozar los trozos de pollo en la maizena. Podéis ir uno a uno o, para facilitar la labor, meterlos en una bolsa de congelación (en 2 tandas) junto con la maizena y agitar para que se impregnen bien. Ponemos una sartén a fuego medio-alto con un dedo de aceite suave (para que el pollo no coja demasiado sabor) y freímos los trozos. Una vez fritos, los sacamos y los dejamos escurrir en un plato con papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.

Ahora vamos con la preparación de la salsa. Empezaremos dorando el ajo muy picado en una sartén con una cucharada de aceite. Cuando éste coja color, añadimos el zumo, la soja, el azúcar moreno, un poco de jengibre fresco rallado y, opcionalmente, vinagre de arroz. Cuando rompa a hervir, pondremos el fuego a medio-bajo y añadimos una cucharada de maizena diluida en dos cucharadas de agua fría. Dejamos que la salsa siga hirviendo a fuego medio para que reduzca…

Si quieres ver las imágenes del proceso, pincha aquí para ver la entrada completa en el blog de Guillermo Osorio “No me comes nada”