Este domingo me fui a Córdoba, a los premios Mezquita. La verdad, no tenía ninguna gana de hacerlo. Sábado noche, a la cama pronto, ya que, a las 6:45 en pie para coger coche, cita a las 9:00 en Córdoba, coche compartido con dos desconocidos, para compartir viaje. Una vez allí catas 45 vinos, que te dejan medio alegre, si estos cumplen las expectativas creadas…vamos, que no, que no tenía ganas, que estaba en plan de perro total. El mundo del vino no es tan maravilloso como se cree.

El viaje la mar de agradable con parada de desayuno. Llegar allí, y empezar a charlar con colegas sonrientes hace que todo mejore y termines de despertar , mirar la mesa en la que catar y ver con quien compartes, más alegra, pero catar, conversar y tener la oportunidad de saber la opinión que tienen los demás de los vinos que catas, eso sí que es bueno!

Acostumbrado a ser tú quien dice las cosas de los vinos, hace que muchas veces pierdas la perspectiva, y que dejes de analizarlos desde otros puntos de vista. En el vino, como en todo, hay diferentes opiniones, y en esta ocasión, me ha resultado un absoluto placer compartir los momentos tan agradables que he pasado con los vinos, con las personas y con las circunstancias….

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