La verdad es que cada vez escribo menos, y no es por falta de ganas…la verdad, es porque cada vez encuentro menos tiempo para hacer lo que me gustaría….o no, es que cada vez pienso menos lo que me gustaría hacer, o es que me enredo haciendo lo que no quiero hacer…? ¿Será que hago lo que no quiero, porque quiero lo que no hago…? Este pensamiento tan ñoño, y enmarañado tiene su por qué… y me explico.

Cada vez que le digo a alguien por primera vez a lo que me dedico, siempre sale una sonrisilla sardónica en la cara de mi interlocutor, a lo que acto seguido, añade, “vamos que tú ganas dinero por estar todo el día bebiendo, y divirtiéndote”, o algún tipo de comentario por el estilo… Está claro que no, que no es ese mi trabajo exactamente, y que cualquiera que esté en el mundo de los vinos, lo afirmará. Está claro, que sí, que catamos vinos, y es obvio que cuando lo hacemos intentamos disfrutar lo máximo para poder apreciar lo que el consumidor va a poder sentir cuando lo haga, comunicar, que lo llaman…Pero os aseguro que de eso, a lo que disfrutar, en su sentido profundo se refiere… va un mundo.

Cato, pero no bebo, disfruto, pero no me relajo, explico, pero no llego a dejarme llevar… todo tiene su pero… “Pero” no soy la excepción, y se que a todo el mundo le pasa mas o menos lo mismo en su trabajo, que a todos nos falta ese poquito de pararnos, y apreciar con cara de satisfacción lo bien que hemos sido capaces de hacerlo, compartir con otros nuestra gran obra, o al menos, darnos esa palmadita en el hombro que hace que ese esfuerzo merezca la pena… Simplemente disfrutar haciendo lo que hemos hecho bien…

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