Un festín de moluscos junto a un acantilado, una paella en la que el arroz son minúsculas esferas de aceite de oliva, una mesa que prepara sola los cócteles ante la atónita mirada del comensal: gastronomía, innovación y espectáculo se unen en Paco Roncero Taller, que comienza ahora su andadura. Multisensorial es la palabra más utilizada por el chef de La Terraza del Casino (dos estrellas Michelín y 3 soles Repsol) para definir este nuevo espacio en el que la tecnología manda y con el que Roncero ha materializado sus sueños en las entrañas del edificio que alberga el Casino de Madrid.

Los blancos techos altos con elaboradas molduras conviven con el aluminio de los ingenios tecnológicos de última generación en un taller en el que nada ocurre por casualidad, desde los aromas que surgen de la nada a los juegos de luz y las imágenes que se proyectan sobre varias pantallas distribuidas estratégicamente por la sala. El uso primordial de este espacio será el de laboratorio de experimentación gastronómica del equipo de Roncero, cuyos frutos se aplicarán después tanto en su restaurante como en sus otros proyectos, ha explicado a Efe el cocinero madrileño. Pero la sorpresa es que, de cuando en cuando, el taller se convertirá en una suerte de teatro de los sentidos al que sólo accederán en cada ocasión unos pocos privilegiados -no más de 8- para vivir una “experiencia gastronómica multisensorial”. “Siempre habíamos trabajado lo que hay en el plato, pero nunca lo que hay alrededor”, ha comentado Roncero, quien ha precisado que este lugar “no es el restaurante del futuro”, sino un espacio que espera contribuir con sus aportaciones y descubrimientos al desarrollo de la gastronomía y también a la sostenibilidad.

La experiencia, a la que sus responsables han querido dar tintes “clandestinos”, se inicia cuando una persona recibe la exclusiva invitación para acudir al taller. Primero, deberá acceder al edificio del Casino por una semioculta entrada trasera y serpentear por los vetustos pasillos de este histórico edificio hasta llegar ante las puertas tras las que se esconde el laboratorio. Traspasada la entrada, el visitante accede a otro mundo. Allí, un moderno lavabo invita a enjuagarse las manos “a modo de liturgia” antes de acceder al taller, donde música, luces, aromas, temperatura, grado de humedad e imágenes se combinan y varían a lo largo de tres horas, con la comida como hilo conductor.

La sala está presidida por una mesa inteligente de color blanco y seis metros de largo, Hisia, construida en un material cerámico de altas prestaciones y que además de provocar diferentes efectos sobre su superficie (como agitar un cóctel) hace las veces de pantalla sobre la que van proyectando imágenes durante la comida. Paco Roncero será el maestro de ceremonias a lo largo de esta experiencia en la que se irán creando distintas atmósferas “de acuerdo con el discurso gastronómico”, desde una tormenta y olor a tierra mojada al llegar, al aroma a mar y moluscos con proyecciones de acantilados que protagonizan la sala durante otro de los platos en el que “te comes el mar”.

Además, el aceite de oliva tiene una presencia destacada a través de una “oleoteca” con 216 probetas para la cata de este “oro líquido”, uno de los ingredientes que definen la cocina de Roncero y sobre el que ya ha realizado varias investigaciones. Tres ordenadores controlan desde una sala contigua todo el despliegue tecnológico del taller, que ha contado con el respaldo de las empresas Repsol, Land Rover, Hewlett Packard y Miele, entre otras.

Fuente: Efe