Sesos de mono, grillos y hormigas… ¿te atreves?
Hace unos días oí que el mítico Último superviviente, esto es, Edward Michael Grylls, Bear Grylls para los amigos, cuya serie se emite en España en Cuatro, y cuya trama principal se centra en las peripecias, técnicas y poderío de este héroe de las selvas, desiertos, campos y glaciares, para salir de los imprevistos de la naturaleza volvía con nuevos contenidos. Este nuevo McGyver, (este parece de verdad aunque en ocasiones todo huela a montaje), tiene varias acometidas en cada episodio que se pueden resumir en: 1- Llegar a un lugar recóndito y fuera de cualquier atisbo de civilización; 2- Salir de la encrucijada de yerbas, matorrales, arena, zonas pantanosas, montañosas, nevadas….; 3- Intentar sobrevivir, evitar animales salvajes, matarlos si no son muy peligrosos, y aquí llega lo más importante: buscar comida por cualquier recodo del lugar.
Justo aquí Grylls prueba a comer cualquier cosa que se le pone a tiro: orugas, pescados, hormigas, maderas, cortezas, insectos de índole variada, e incluso coquetea con el carroñerismo zampándose cebras, ciervos, conejos o cualquier animal que esté aún en buena conservación para ser comido. A continuación, un muestreo de sus incursiones gastronómicas en diferentes escenarios:
En primer lugar no nos iremos muy lejos. Pongámonos en situación, llega marzo y el calorcito primaveral se empieza a sentir; las calles andaluzas empiezan a sentir el fragor y el movimiento propio de la primavera. Se convierte en costumbre salir de cañas y acompañar cada trago con la succión rítmica, sonora y acompasada a la concha de un molusco gasterópodo cocinado de diferentes formas: siendo con tomate y con caldo de pique dos de las más célebres. Evidentemente hablamos del caracol… ¿rico eh?. Para nosotros sí, pero seguramente desde otras partes del mapa no lo vean tan normal. No olvidemos tampoco las ancas de rana, esa tapa de la que hablan los abuelos y que se ha recuperado en muchos de los bares patrios.
En México podríamos comer el Tequilalix, una piruleta con sabor a tequila que incluye en su interior un gusano auténtico. El insecto ha sido criado para el consumo humano y alimentado con una dieta de cereales y verduras frescas.(Existen variantes no mexicanas basadas en este invento como el Antlix, que es un caramelo de pipermín relleno de hormigas, o el toffee con escorpiones).
También en México encontramos el gusano de maguey, una larva de mariposa, que crece en las hojas, pencas y raíces dem una especie vegetal, el maguey. Su color es blanco, aunque en la cabeza y el fin del insecto se haga más parduzco. El bichejo se consume frito y es una de las especialidades extravagantes del país.
Un poco más al sur, en Colombia, hay una región del país en la que se consumen las hormigas culonas. Esta especialidad culinaria, de la provincia de Santander, se nutre de las hembras de la especie Atta que están preñadas, eso sí, sólo se consumen las reinas. Hace siglos que los lugareños las toman (se habla de costumbre precolombina) desechando las alas y las patas y sumergiendo el cuerpo hinchado de la especie en agua salada para posteriormente ser tostadas en sartenes. Como colofón suelen embadurnarse en chocolate. El alimento es entregado generalmente como regalo de bodas por la creencia de que se trata de un ¿manjar? afrodisíaco.
En Asia también encontraremos florituras como la araña frita. Se trata de un plato regional de Camboya. Los habitantes de muchas de las regiones del país comen arañas fritas como si de un snack se tratase. Las arañas las crían en agujeros del suelo en o las cazan en los bosques cercanos, y se fríen en aceite. No se sabe con certeza cómo se extendió la costumbre aunque hay teorías que apuntan a la escasez de alimentos provocadas por los años de Gobierno de los Jemeres Rojos. Ya sabemos que hacer ante una plaga de arácnidos.
Y en las noches Tailandesas no se escucha el hermoso chirrido del grillo ( póngase acento del celéberrimo y apreciado Félix Rodríguez de la Fuente), los habitantes de este país se los han comido fritos con curry verde. Aseguran que este insecto posee un altísimo nivel de proteínas y bajo contenido en grasas saturadas y que por ello se convierte en el tentempié esencial y perfecto para dietas sanas.
Sin salir del continente tenemos una extravagancia más: el balut. El balut es un huevo de pato ya fertilizado con su embrión dentro que se cuece al igual que un huevo cocido. Está considerado como una de las mayores delicias de Asia. Como los grillos fritos al curry verde, destaca por su alto contenido proteínico. Filipinas, China, Camboya y Vietnam son los principales países que consumen y sirven este curioso plato. Suele tomarse acompañado de una consumición con alcohol como la cerveza.
¿Insuperable? En Guinea es costumbre comer sesos de mono, ¿recuerdan la escena de Indiana Jones y el Templo Maldito? si la vuelven a ver hay que tener en cuenta que en África y Asia la carne de mono es muy apreciada y se consume con cierta asisuidad (cada vez menos con la protección de especies en peligro de extinción por suerte).
Cambiando el tercio monil y animal en África y algunas partes de Asia comen un mineral semi rocoso llamado Kaolín. El uso depende de la región; de esta manera, en China se usa como condimento tras haberlo molido y de su parte, en África se consume directamente recolectado de la tierra, limpiado para posteriormente ser lamido. En tierras áridas y de mucho calor ofrece el aporte de sales necesario para suplir la pérdida de las mismas.
Éstas son sólo algunas de las recetas que un viajero puede encontrar por el mundo. Visto lo visto, las peripecias por encontrar comida de Bear Grylls, y su afán por tirar de proteínas de los insectos no son tan descabelladas e incluso se quedan muy por debajo del nivel de todas estas especialidades culinarias. Ahora sólo queda un paso: viajar y atreverse a comerlas… o al menos fotografiarlas para dejar constancia. ¡Ánimo!