Comenzamos lavando las berenjenas y cortándolas a lo largo. Las ponemos en una servilleta para que escurran el agua y no sepan amargas. Échales sal por encima. (Puedes quitarle o no la piel, según tu gusto). Ve friéndolas en aceite abundante, y sácalas cuando estén blanditas por dentro. Escúrrelas en papel absorbente, y reserva mientras hacemos el resto de la receta...