En muchas ocasiones detrás de un niño inapetente hay unos padres excesivamente preocupados por su alimentación, que en la mayoría de las veces ceden ante los caprichos del niño y su chantaje emocional.
Es de suma importancia instaurar medidas de promoción de estilos de vida activas y saludables. Los beneficios físicos y psicológicos que nos aporta la actividad física son indudables.
Pizzas, hamburguesas, patatas fritas… Cada vez se instala más en nuestra cultura la llamada comida rápida, esa que la mayor parte de las veces suma calorías y malestar, cae como una bomba en el estómago no sólo por el tipo de nutrientes que aporta, sino también por las condiciones en que se consume.
Aunque comer fuera de casa sea sinónimo de comida poco saludable y monótona, si seguimos algunas pautas podemos conseguir una dieta equilibrada y variada.
Las calorías que aportan estos productos son altas, a veces excesivamente elevadas, contribuyendo a que los niños o bien engorden o bien coman pocos alimentos sanos, aquellos que les hacen crecer de manera equilibrada.
En adultos es común que ocurran casos de "comedores emocionales", en que se utiliza la comida como una forma de "alivio" a emociones negativas. Muchos niños pueden desarrollar esta conducta. ¿Cuáles son los signos de que su hijo puede estar comiendo en respuesta a emociones?
La etapa preescolar y escolar es la ideal para crear y consolidar unos buenos hábitos alimentarios. ¿Cuáles son los mayores errores que cometemos en esta etapa tan importante?