Cuece el agua con anís, hojas de laurel y cáscara de naranja o una corteza de limón. El aceite se calienta y se fríen en él unos granitos de anís, también la corteza de limón, (hay quienes le echan matalaúva y ajonjolí). Tanto el aceite como el agua se cuelan y se les va incorporando tanta harina como absorba.