Cuando miras la barra, te asombra ver unos pinchos más grandes de lo habitual que se parecen en la forma a lo que ya conocemos pero su sabor es, aparte de diferente, delicioso.
Los pinchos más característicos de Salamanca (alitas de pollo, jeta de cerdo…) se mezclan con pinchos al estilo más típicamente peruano (causas, cau-cau, ají de pollo, patata rellena…) que corren por doquier, a la par que los vinos y cervezas.
Me han hablado de un sitio que, por mucho que lo alaben, aún no me lo creo. Hoy día, es imposible encontrar un restaurante como el que me dicen. Así que, como santo Tomás, voy a meter el dedo en la llaga… y finalmente, creer.
Juan es cortador profesional de jamón y, en cuanto llega al reservado, saca sus herramientas sin más preámbulos y procede al noble arte de lonchear el jamón. Sus manos y cuchillos se mueven con la rapidez y pericia que sólo tienen los que conocen al dedillo la fisonomía de un jamón...