Ingredientes:
Para la masa quebrada
– 300g de harina de repostería
– 150g de mantequilla
– 1 cucharada de azúcar (a mí como me gustan las cosas dulces le puse dos!)
– 75g de agua
– 1 pizca de sal

Para el relleno
– 600g de ciruelas en gajos (sin hueso, claro)
– 100g de harina
– 100g de azúcar
– 80g de mantequilla
– 50g de piñones
– 3 bizcochos de soletilla (yo usé galletas maría de toda la vida)

Preparación:
Para preparar la masa quebrada mezcla la harina y la mantequilla hasta obtener un montón de migas. Yo usé las manos para mezclar, pero Anna nos cuenta que hay una herramienta muy apañada para estas cosas. A esas migas, añade el azúcar, el agua y la sal. Amásalo rápidamente y envuélvelo en papel transparente para dejarlo reposar en el frigorífico durante media hora. Enciende el horno a 250º. En tu encimera pon un poco de harina y extiende la masa anterior con un espesor de 3mm. Cúbrelo con un molde de tartas de 25cm de diámetro. Anna explica cómo pasar la masa de la encimera al molde. Yo, siguiendo la tradición, lo hice con las manos. Una vez que tengas tu molde con la masa dentro, coloca encima los gajos de ciruela bien repartidos y espolvorea con 50g de azúcar, las galletas desmigadas y los piñones.

En un bol aparte, mezcla los 100g de harina, los 80g de mantequilla y los 50g restantes de azúcar. Estas migas resultantes serán el llamado crumble, que yo no tenía ni idea de lo que era y está riquísimo una vez horneado. Espárcelas sobre las ciruelas, bien repartido. Hornea la tarta durante 20 minutos (o hasta que esté doradita). Sácala y cúbrela con papel de aluminio para que no se queme y hornéala durante otros 20 minutos más.

Esta receta es original del blog “Un Papelito” de Lidia Muñoz.