Elaborar con dieciséis euros un menú digno de un restaurante de cinco tenedores. Ese es el reto al que se han enfrentado en Santander los diez chef del norte de España que buscan una plaza en las semifinales del concurso nacional para encontrar al mejor cocinero del año.

Con ese ajustado presupuesto en materias primas, los cocineros procedentes del País Vasco, Cantabria, Navarra y La Rioja han tenido que elaborar tres platos, además de un aperitivo -no superior a los dos euros- que no entra a concurso, pero que también será premiado.

El escenario del concurso ha sido el instituto del barrio de Peñacastillo de la capital cántabra, cuya cocina por un día ha servido para elaborar alta gastronomía en vez de macarrones y pescado rebozado para los cientos de chavales del centro. Entre esos fogones, los cocineros se han puesto manos a la obra para elaborar un entrante, un plato principal y un postre a la altura de los mejores restaurantes.

De esta forma, por las manos y el paladar del jurado han pasado a lo largo del día obras de arte de la gastronomía elaboradas con carnes, pescados o verduras de primera calidad. El jurado, que evaluaba la innovación, el sabor y la composición, ha disfrutado de exquisiteces como el lomo de atún rojo bajo tarrina de bambú a la plancha, royal de buey, canelones de berza pasiega con morcilla del año o arroz marinero con besugo crujiente.

Tampoco le quedan a la zaga los platos principales con manjares como bacalao a baja temperatura con alga parásita, bígaros y jugo de roca o lengua de ternera cocida y asada con extracto de cebolla y emulsión de huevo de caserío. Finalmente, para dar un toque dulce a sus menús, los cocineros han diseñado postres con nombres tan sugerentes como “sensaciones otoñales”, en los que han utilizado ingredientes que van desde las manzanas reinetas o las mandarinas, hasta los pétalos de rosa o los higos.
Y todo ello sin gastar más de 16 euros, algo que, según algunos de los cocineros participantes, no ha sido un problema, porque casi todos tienen restaurante o han trabajado en uno y saben “cómo están los costes o cómo va la historia hoy en día”, tal y como ha asegurado a David García del restaurante Támesis de Bilbao. “Con ese precio hay posibilidades de trabajar con un género bastante bueno”, ha apostillado.

De hecho, a algunos les ha sobrado hasta dinero, como es el caso de Asier Urbina, del restaurante Ikea de Vitoria, que ha ajustado el precio y las cantidades de los ingredientes para necesitar sólo ocho euros para elaborar su menú. “Se pueden hacer cosas muy bonitas ajustando el precio“, ha argumentado. De todos modos y a pesar de estos ajustes, en lo que parece que los cocineros no han escatimado es en la calidad de los platos que, según el miembro del jurado Emilio Gutiérrez, del restaurante Color de Carico de Santander, ha sido “bastante alta”.

Fuente: Francisco Bustamante/EFE